viernes, 9 de julio de 2010

Toque a difuntos

Esta mañana, esperaba a que el campanario del pueblecito donde me encuentro diera las diez, cuando ha empezado a sonar. Pero al tercer toque ya me he dado cuenta de que no era el tercer cuarto. He dejado lo que estaba haciendo y me he parado a escuchar. Era un toque extraño para mí, no lograba captarle el ritmo. Eso sí: era un toque lento, acompasado, ceremonioso, triste. Una nota alta, una más baja, otra intermedia, otra... y otra... y otra...
El día había amanecido nublado y una densa capa de calor me envolvía. A esa hora ya reina el bullicio en la ciudad, pero no aquí . El silencio era absoluto salvo por el resonar de las campanas. Creo que hoy ni los pájaros cantaban.
De repente se me ha puesto la piel de gallina. Ayer me enteré de que había fallecido una anciana de 100 años, y aquellas campanas lo anunciaban al pueblo entero. Era el famoso antiguo toque de difuntos.
Una extraña melancolía se ha apoderado de mí.
En este pueblo están enterrados gran parte de mis antepasados, y era como si esas campanas sonaran por ellos y me dieran la bienvenida (macabra bienvenida, pero para mí  era dulce, amorosa...) ahora que  he decidido venir aquí a rescatar su memoria.
Han sido unos instantes de profunda y extraña emoción, pues no conocía a la persona fallecida.
Me parece excelente que se conserve la tradición de utilizar las campanas para comunicar noticias a todo el pueblo. Espero que las nuevas tecnologías no acaben con esta práctica.

No hay comentarios: