lunes, 4 de enero de 2010

Los reyes magos

¿Qué me traerán los Reyes Magos de la larga lista que les puse en la carta?
Cuánto me gusta soñar que es cierto, que una noche al año vienen unos magos que, como el hada madrina de los cuentos o Aladino, te conceden alguno de tus deseos, hacen que se cumpla alguno de tus sueños, te permiten dejarte llevar por la fantasía e imaginar (y creer al menos por una noche) que vivimos en un mundo sin guerras, sin hambre, sin penurias, sin muertes incomprensibles, sin (vejez en) soledad, sin sufrimiento, sin resentimientos, sin enfrentamientos, sin odio, sin tristeza... Cuánto me gusta revivir ese día de mi infancia, la noche más larga del año pero la más corta de sueño. La emoción, la incertidumbre, la curiosidad... Y la alegría cuando por fin mi padre anunciaba: "¡Ya os podéis levantar, que los Reyes ya han pasado!". El único día del año en que no me hacía le remolona y me levantaba de un salto.
Transcurridos un buen montón de años sigo escribiendo la carta a los Reyes Magos -ahora mentalmente- y disfruto viendo la alegría de los niños. Pero cuando me levanto por la mañana mi zapato está vacío, porque las cosas que pido no pueden traérmelas los Reyes Magos. Algunas dependen del destino o del azar; otras, del hombre. Y unas cuantas, de mí misma.
Pero yo seguiré soñando con los Reyes Magos cada 5 de enero, y el día en que no sea capaz de hacerlo... no seré yo.
(Por cierto, soy antimonárquica. Pero los Reyes Magos no cuentan: a pesar de su título son magos, no reyes.)

No hay comentarios: