viernes, 20 de mayo de 2011

Aniatz

Hoy he hablado con Aniatz (no sé si se escribe así, pero así suena). Hasta hoy no he sabido su nombre.
Aniatz es una mujer que igual puede tener treinta y cinco años como cuarenta o cuarenta y cinco. Es alta, tiene una buena figura, aire de persona inteligente y/o más o menos culta  a la que las cosas le han ido mal y, lo que más llama la atención, unos ojos azules transparentes en los que, si los miras fijamente, puedes ver el alma de Aniatz, visión que los tuyos no pueden  aguantar. Hay tanta tristeza en ellos, tanta resignación, tanto amor, tanto agradecimiento cuando hablas con ella que resulta insoportable. Duele de verdad.
Aniatz es rumana. Vino en autobús desde Rumanía con sus cuatro hijos. Allí no encontraba trabajo. Aquí tampoco lo encontró. Tiene papeles. Tiene DNI. Tiene ganas de trabajar. Tenía un piso de alquiler. Lo que no tiene es trabajo ni dinero para seguir pagando ese alquiler.
Ahora lleva ocho meses sentada a la puerta del supermercado donde suelo hacer la compra mensual que me llevan a casa. Vive con sus hijos en la calle, resguardados en la entrada de un parking. Se le han iluminado los ojos cuando me ha dicho que tenía cuatro hijos. No he tenido valor para preguntarle dónde estaban entonces. ¿En la escuela? Pero la expresión de su cara no dejaba lugar a dudas sobre sus sentimientos hacia  ellos: el orgullo de cualquier madre.
Tengo por norma no dar limosna a nadie, pues esta no es la solución. Pero esta mujer, a la que durante mucho tiempo vi allí sentada, me pareció diferente desde el  primer día. Esa mirada tan triste... directa a tus ojos, sin pudor, sin vergüenza, reflejando sólo un dolor inmenso... esos ojos azules tan transparentes... Nunca le he dado dinero: le doy comida. Y sus ojos muestran tanto agradecimiento... que siento vergüenza y me cuesta creer que sea tan buena actriz.
Hoy me he armado de valor y le he hablado, le he preguntado. Y me ha contado su historia. ¿Por qué no acude a los servicios sociales? Ni siquiera conoce su existencia. Me resisto a creer que me haya mentido. Esos ojos azules me han acosado durante  demasiado tiempo.
Quiero hacer algo por Aniatz. Estoy segura de que mi sexto sentido no me engaña. Esa mujer no merece estar en la calle. Estoy segura. Llamadme tonta, pero eso  es lo que siento.