miércoles, 27 de enero de 2010

Gatos gatos gatos

Gatos gatos gatos felinos de todas clases leones gatos leopardos gatos linces gatos panteras gatos gatos gatos gatos me persiguen me acosan me acechan me rodean con los ojos relucientes las uñas fuera el pelo erizado el lomo encorvado gatos gatos gatos felinos de todas clases leones linces leopardos panteras gatos gatos gatos ... me alcanzarán no lo sé por qué no me dejan en paz no tengo miedo pero  empieza a faltarme el aliento ... gatos gatos gatos ... adónde ir dónde cobijarme dónde refugiarme ... seguir corriendo ... gatos gatos gatos ... necesito aire ...

martes, 19 de enero de 2010

¡Jo, qué susto!

Acabo de tener el susto de mi vida. Conecto mi ordenador como cada día. Abro gmail para ver el correo y de pronto, antes de tener tiempo de escribir mi contraseña, oigo una potente voz (me parece que masculina: aún no me he recuperado del susto) salida de la nada. ¡Dios mío! -pienso-. ¿Tan mal estás que ya oyes voces? ¿O es que ya estás al otro lado y no te has enterado?
Sigo con lo mío como si no pasara nada esperando que la voz se calle porque no hay tecla ni golpe que la apague. Antes de aparecer mi página de mensajes, la pantalla se llena con la imagen del anuncio que la engolada voz de José Coronado y de una mujer me habían hecho dudar de mi cordura o de mi existencia física. Es de una asociación benéfica para que apadrines un niño, pero a juzgar por el tono de voz más parece el anuncio de una película de terror que una incitación a colaborar con una ong.
Y quiero denunciar este ataque publicitario auditivo por sorpresa. Ya no bastan las páginas publicitarias que aparecen de la nada; que aceptamos porque sabemos que Internet es un negocio. Pero que encima nos hablen sin avisar... me parece una agresión casi física, no apta para cardíacos y personas usualmente absortas que se sobresaltan con facilidad (tal es mi caso). En serio, me parece un abuso.

domingo, 17 de enero de 2010

En el umbral del sueño

En el umbral del sueño me arrebujo en la cama y me hago un ovillo, y unos brazos invisibles me envuelven suavemente y descienden conmigo al mundo del inconsciente. Qué paz...

jueves, 14 de enero de 2010

¿Por qué lllora la piedra del Parque Güell?


¿Llora la piedra del Parque Güell porque no alcanzó el objetivo para el que había sido ideado? ¿Llora por la desaparición de su creador, de forma casi ridícula, si es que puede haber alguna forma ridícula de morir, nada acorde con la talla del personaje? ¿Llora porque el parque se llena de turistas que sólo conocen Gaudí por las guías turísticas y no pueden, porque no saben, apreciar la verdadera grandeza de lo que ven y de lo que no ven, de lo que ven pero cuyo significado nadie les ha enseñado?  ¿Por la suciedad y la dejadez en que ha caído esa maravilla creada por el hombre aunque ayudado por la Naturaleza? ¿Por qué llora, la piedra del Parque Güell?

(Para quien le interese y no lo sepa, estas "lágrimas" se encuentran debajo del  celebérrimo banco sinuoso, en cuya parte de atrás  se halla un ingenioso sistema de recogida de aguas pluviales que van a parar a las no menos célebres columnas que sostienen la plaza del banco.)

domingo, 10 de enero de 2010

Lágrimas

Creía que ya no quedaban lágrimas en mí / tantas he derramado / pero el manantial que imaginaba seco / agotado / ha vuelto a brotar y mis ojos / son una fuente que no para de manar. / Dejo resbalar las lágrimas / por mi smejilla s/ el mentón / el cuello / hasta que se diluyen / al deslizarse por mi cuerpo / acariciándolo. / Hay que dejarlas fluir...

lunes, 4 de enero de 2010

Los reyes magos

¿Qué me traerán los Reyes Magos de la larga lista que les puse en la carta?
Cuánto me gusta soñar que es cierto, que una noche al año vienen unos magos que, como el hada madrina de los cuentos o Aladino, te conceden alguno de tus deseos, hacen que se cumpla alguno de tus sueños, te permiten dejarte llevar por la fantasía e imaginar (y creer al menos por una noche) que vivimos en un mundo sin guerras, sin hambre, sin penurias, sin muertes incomprensibles, sin (vejez en) soledad, sin sufrimiento, sin resentimientos, sin enfrentamientos, sin odio, sin tristeza... Cuánto me gusta revivir ese día de mi infancia, la noche más larga del año pero la más corta de sueño. La emoción, la incertidumbre, la curiosidad... Y la alegría cuando por fin mi padre anunciaba: "¡Ya os podéis levantar, que los Reyes ya han pasado!". El único día del año en que no me hacía le remolona y me levantaba de un salto.
Transcurridos un buen montón de años sigo escribiendo la carta a los Reyes Magos -ahora mentalmente- y disfruto viendo la alegría de los niños. Pero cuando me levanto por la mañana mi zapato está vacío, porque las cosas que pido no pueden traérmelas los Reyes Magos. Algunas dependen del destino o del azar; otras, del hombre. Y unas cuantas, de mí misma.
Pero yo seguiré soñando con los Reyes Magos cada 5 de enero, y el día en que no sea capaz de hacerlo... no seré yo.
(Por cierto, soy antimonárquica. Pero los Reyes Magos no cuentan: a pesar de su título son magos, no reyes.)